"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
Cielo, viento, fuego, agua, tierra. Con este monumental título, que conecta con sus convicciones panteístas y su gusto por la serialidad, Naomi Kawase nos devuelve, nueve años después de Ni tsutsumarete (1992), a ese territorio en sombras que es la ausencia de su padre.Estamos, entonces, ante otro capítulo de la larga saga de documentales autobiográficos que pueblan la carrera de la directora nipona; aunque más que de una continuación La ausencia del padre deberíamos hablar de un salto conceptual. Ante todo, Kya ka ra ba a manifiesta una pérdida de inocencia en la mirada y las intenciones de la realizadora. Más que en sus trabajos anteriores, hay en este ensayo con forma de diario filmado una clara voluntad ficcionalizadora, un gusto por el engaño, por el cálculo disfrazado de azar.
Así es como puede leerse la aparición en escena del tatuador, que dialoga con la directora mientras calca en su cuerpo las figuras que poblaban la piel de su padre, ya fallecido. En la larga secuencia, él habla de la importancia de separar el amor y el arte para alcanzar una expresión pura. Por su parte, Kawase responde con imágenes: en su obra –personal, impúdica, habitable– resulta imposible discernir entre el cine y la vida.
Manu YAÑEZ MURILLO