"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
Para muchos de mi generación el punk fue mucho más que una moda o un estilo musical. Recuerdo el impacto que me causaron las crestas de colores a principios de los ochenta en mis primeros viajes a Londres, los conciertos de The Meteors en una pequeña sala de Hammersmith y todos los discos de The Clash, especialmente “London Calling” pero también los ritmos de “Sandinista”. El movimiento iba mucho más allá de la música, y,aunque, como ocurre casi siempre, la estética enseguida fue engullida por el sistema y por los grandes almacenes, todo aquello dejó un rastro en muchos de los que ahora estamos en la muga de los cincuenta.
Bastantes años después, en los noventa, cuando del punk quedaba bastante poco en las calles de Londres, una madrugada coincidí en la estación de Praga con un ejército de punks absolutamente borrachos. No hacía mucho que había caído el muro de Berlín y la escena tenía verdaderamente algo de surrealista. Había comenzado una especie de migración del nihilismo y la anarquía hacia el otro lado de lo que algún día había sido el telón de acero.
Por lo que cuenta Dragomir Sholev en su primer largometraje, los punks siguen campando por el Este de Europa, por los antiguos países comunistas. Podslon muestra la desolación de unos padres cuyo hijo de sólo doce años desaparece de casa y no vuelve a dormir hasta pasados un par de días, cuando sus progenitores ya han denunciado la desaparición. Cuando vuelve a casa lo hace con una pareja de punks que no hacen muy buenas migas con el padre, un sufrido entrenador de waterpolo, y finalmente estalla el conflicto.
Cuando uno recuerda las escenas vividas en Praga a principios de los noventa o ve películas como ésta, se extraña de la capacidad de supervivencia de un movimiento que proclamaba precisamente la ausencia de futuro. Quizá sea ese mismo desinterés por el porvenir lo que está contribuyendo a convertir a los punks en una de las tribus urbanas más longevas de la historia.
Por supuesto, Podslon no pretende ser ninguna tesis doctoral sobre la evolución del movimiento punk o su supervivencia en el Este de Europa, pero muestra una curiosa realidad a través de la experiencia de unos padres completamente desorientados ante la educación de su hijo y de unos chavales que posiblemente no tengan muchos motivos para creer en un futuro que se muestra bastante más negro de lo que, a pesar de la aparición en escena de gentes como Margaret Thatcher, podía serlo a principios de los ochenta en la Europa occidental.
M.B.