Saffron Burrows (Londres, 1972) sorpende al presentarse en su correcto español y por la cercanía que muestra durante el encuentro. Lejos de la imagen que todos podamos tener de la rectitud británica, la actriz irradia naturalidad a través del lenguaje corporal. No deja de moverse y gesticular.
Al empezar la entrevista, Burrows se ofrece a hacerla en castellano. “En el Jurado nos pasamos el día hablando en francés, español e inglés indistintamente. Cuando necesitamos aclarar alguna sutileza, lo hacemos cada uno en nuestro idioma”. Y así lo hace durante la conversación, saltando del castellano al inglés.
La culpa de que hable español la tiene Gerardo Herrero, con quien trabajó en El misterio Galíndez (2003). “Me envió la historia en inglés, pero al llegar al rodaje, me entregó el guión en castellano para mi sorpresa”. El realizador español sólo le dio tres semanas para aprender el idioma.“ Encima, en el rodaje,me llamaba ‘culo inquieto’”, se ríe. Durante la estancia en Cuba la actriz arrinconó todo tipo de expresión del idioma inglés en cualquiera de sus formas.“La televisión, la radio, la gente del hotel, todo era en español.Yo ya sabía hablar en francés y eso me ayudó bastante”.
A pesar de que la historia versa trata la desaparición de un nacionalista vasco a finales de los 50 y su posterior investigación, la presidenta del Jurado de Nuevos Directores se identifica con el personaje que interpretó en la cinta de Herrero, una chica pasional, que cree en una causa y lucha hasta el final por esa garra interna que le lleva a querer hacer justicia. “Yo entendía al personaje obsesivo, me identificaba con él porque durante mi adolescencia también tenía la misma seguridad y certeza en mis ideas políticas. El personaje de la historia era igual y además tenía la verdad en sus manos. Ha habido muchas revoluciones que han comenzado por la combinación de juventud, pasión, certitud y buena conciencia”.
Compromiso social
La adolescencia y juventud de Burrows estuvo muy influenciada por el activismo político de sus padres. “En el colegio era poco usual ver a chicas que iban a manifestaciones el fin de semana, era una rareza”. Creció rodeada de una comunidad internacional compuesta por amigos de la familia. Su padrastro enseñaba geografía y política económica. La educación que recibió fue la del compromiso social y el interés por otros países.
Todos estos elementos la llevaron a elegir películas como En el nombre del padre (1993). “No hay muchos proyectos así porque son difíciles de contar sin caer en la polémica”, aclara la actriz, aunque admite que sigue buscando ese tipo de compromiso social, tanto en los directores con los que trabaja como en su día a día. “Los realizadores que más me emocionan, al igual que los múfisicos y artistas, están de alguna manera comprometidos con el mundo y en transmitir ciertas historias para cambiarlo”.
La actriz ha trabajado en proyectos de muy diferente naturaleza y con directores muy diversos. Con Mike Figgis protagonizó Miss Julie (1999) y actuó en Timecode (2000); intervino en la superproducción Troya (2004) de Wolfgang Peterson y en Klimt (2006), del chileno Raoul Ruiz, junto a John Malkovich. También ha trabajado con Hal Hartley, estrella del cine americano más independiente, en Fay Grim (2006).
Considera que ha tenido mucha suerte de poder trabajar con gente tan diversa y es eso justamente lo que le gusta: la diversidad de cada uno de ellos. “Me encanta la gente con ideas fuertes, sumergirme en sus mundos y llevarme algo de ellos. He tenido experiencias muy sorprendentes”.
El último filme que la actriz vio antes de venir al Festival fue La clase de Laurent Cantet. “También he vuelto a ver recientemente Julia (1977), una de las películas que me hizo querer ser actriz”.
De los títulos de los nuevos directores que ha visto por el momento asegura que hay un alto nivel.“No sabes qué esperar, y fiijas unas expectativas razonables que las cintas que hemos visto están superando. Tenemos la oportunidad de ver historias sobre diferentes partes del mundo. Todas ellas tocan temas sobre relaciones, de cómo nos tratamos, puede ser a un nivel personal, en un microcosmos, o a una mayor escala”.
La actriz disfruta cada día con las proyecciones.Confiesa volver al hotel llena de imágenes e historias que acaban por colarse en sus sueños, dentro de un proceso de absorción de emociones. “Tienes que mantener la mente muy abierta si no quieres acabar el día saturada de información. Hay películas que, aunque sea puntualmente, cambian tu manera de ver el mundo”.
Le gusta la experiencia de los festivales, donde llega a conocer a realizadores y a hablar con ellos. En éste no podrá llegar a hacerlo con “sus” nuevos directores hasta que los premios ya estén fallados.