"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
Josep María Pou es uno de los actores de culto de la escena catalana y española, lo que se podría denominar un “monstruo de la escena”, que en esta ocasión ha elegido a otro monstruo,Orson Welles, para mostrar las interioridades de un oficio difícil, complicado y muchas veces incomprendido, el de actor, y de estas incomprensiones injustas saben bastante los actores y actrices de la península, a los que cierta prensa no deja de fustigar por razones totalmente ajenas a sus interpretaciones.
Partimos de la base de que no es sencillo hacer cine sobre el cine o cine sobre teatro. Al ver Màscares uno puede acordarse, con todas las diferencias que se quiera, de Vania en la calle 42, de Louis Malle, una de las principales referencias cuando se habla de reflexiones filmadas en torno al hecho teatral, pero aquí, en la segunda película de los autores de La doble vida del faquir, no hay compañía, sólo un actor, “en bruto y en canal”, que intenta ponerse en la piel de otro actor, montar unA obra de teatro, algo que dicho así puede parecer sencillo, pero Elisabet Cabeza y Esteve Riambau se encargan de demostrar que no tiene nada de fácil.
A lo largo de Màscares Josep María Pou nos recuerda algunas de las reflexiones de Orson Welles, como la que equipara al cine con el truco y al teatro con la magia. El actor catalán habla sobre la construcción de los personajes,de Welles,de Falstaff, del Quijote –llega a decir en algún momento que el personaje no se construye en los ensayos, sino en casa, incluso cuando el actor está en la cama–, de las dificultades con las que se encuentra en este proceso, del declive físico del actor cuando está en su plenitud profesional, de la vanidad de los intérpretes…
Y mientras Pou habla,ensaya, discute con los técnicos y reflexiona sobre su oficio,el espectador está ahí tranquilamente sentado, con la impresión de que por una vez no ha tenido que elegir entre el cine y el teatro, entre el truco y la magia, aunque es inevitable pensar que en el trabajo de gentes como Orson Welles o Josep María Pou siempre hay algo de mágico, aunque sólo se trate de sus trabajos menos conocidos o simplemente los que hacían para poder comer.