"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
El tránsito desde la fe al fanatismo es el tema de la película Hadewijch, del director francés Bruno Dumont: “Me pregunto cómo hacen esas personas, esos jóvenes de todo el mundo, para transformar el amor a Dios en la violencia máxima. Yo creo que este amor es el álter ego de la violencia, y me pregunto cómo practican el terrorismo en nombre de Dios”. Dumont asegura que no pretende “en absoluto”culpar a Dios de la violencia: “Yo soy respetuoso con la Iglesia”.
El título de la película, Hadewijch, se refiere a una escritora mística holandesa del siglo XIII, Hadewijch de Amberes, que formaba parte de la tradición de las beguinas, mujeres de cultura singular, lectoras y también escritoras, que sostenían la necesidad de una experiencia interior y directa de Dios, sin ministros o representantes en la Tierra.
La protagonista de la película se llama Celine y es una parisina de alta burguesía, hija de un diplomático, que la superiora expulsa de un convento por su exceso de fervor religioso. Julie Sokolowski, la actriz que encarna el papel, no comparte en su vida privada la fe en Dios, pero trasladó su sentimiento real de mujer enamorada al papel de la joven enamorada de Cristo.
Ambigüedad para reflexionar
La ambigüedad está presente en todo el filme, el propio director la busca,”para obligar al espectador a meditar”. Utiliza como herramienta los planos fijos, largos, interminables: “Creo que la trascendencia pasa por la ascética, una forma espiritual de ritmo lento. Gracias a esa lentitud podemos acceder a una vida espiritual.Tenemos que ralentizar nuestro cuerpo para darnos el tiempo de reflexionar”.
Bruno Dumont afirmó que no cree en Dios: “Para nada. En mi casa, la Biblia está al lado de los libros de Shakespeare, es un poema. La palabra de Dios hay que adaptarla a una espiritualidad moderna y humana”. Dumont está convencido de que la Iglesia es “algo viejo, que está pasado”. A su juicio, muchas personas han abandonado la Iglesia, pero es preciso retomar la vida espiritual: “El problema es el mal que vive en nosotros, y cómo transformar este mal en bien. Estamos entre dos aguas, con capacidad para el bien y el mal,y tenemos que educarnos”.
Aunque la obra de Dumont carece completamente de escenas de sexo,ni siquiera un beso o un abrazo, está cargada de sensualidad: “Creo que es la película más erótica que he hecho”.