"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
De ‘enfant terrible’ a autor maldito, la figura de Leos Carax quizás sea una de las que mejor definan el espíritu de este ciclo dedicado a las nuevas rupturas del último cine francés. Y es que, a pesar de ser de los más veteranos de la lista, también ha sido el que se ha situado más al borde del abismo no sólo en su complicada trayectoria cinematográfica, sino también en su propia vida personal. Excesivo, brillante e incomprendido, Carax constituyó uno de los más sólidos puentes entre la Nouvelle Vague y las nuevas generaciones y nos regaló con sus tres primeras obras momentos memorables. Filmó con una pasión desmedida el ‘amour fou’, inundó de poesía y de romanticismo cada plano y construyó un arquetipo de héroe romántico en la figura de Denis Lavant. Pero tras el fracaso comercial de Los Amantes del Pont-Neuf (1991) nada volvió a ser lo mismo. Su estela se diluyó convirtiéndose en una presencia incómoda, marginal, igual que los personajes que había creado para sus películas y en los que parecía haber terminado refugiándose él mismo.
Serían necesarios ocho años para que Carax consiguiera terminar el que, hasta la fecha, es su último largometraje, Pola X. Su proceso de producción no fue sencillo. En el Festival de Cannes de 1997 presentó un corto, Sans Titre, que constituiría el germen del filme iba destinado a conseguir financiación internacional. Dos años más tarde, también en Cannes, por fin pudo verse Pola X, la adaptación libre de la oscura y compleja novela de Herman Melville “Pierre: or, The Ambiguities”. Carax volvía a desplegar su rotunda potencia visual y su capacidad para crear atmósferas densas, pero en esta ocasión con un tono todavía más siniestro que nos conduce a un territorio hiriente y autodestructivo, hacia una huida sin retorno que inicia el personaje de Pierre (Guillaume Depardieu) desde la luz hasta la oscuridad y que enfrenta la razón a la locura, lo apolíneo a lo dionisíaco, la pureza a la abyección moral. Pola X es una obra áspera y convulsa, excesiva, un viaje errante de dos hermanos secretos hacia el submundo de los demonios
más íntimos, de la degradación física e intelectual, de la vampirización emocional. Un lugar del que no hay salida. Y eso lo sabe Carax, capaz de metaforizar su alter ego en un personaje que no es más que su propio ángel exterminador.
Pero aún no se ha rendido; todavía queda algo por lo que luchar, aunque sea a través de la anarquía, como la que demuestra su episodio para el filme colectivo Tokyo! (2008), que nos devolvío a Carax tras otra década de silencio y en el que se recuperó a un Denis Lavant convertido en hombremierda surgido de las cloacas del sistema capitalista. Mientras, seguiremos esperando su nuevo retorno, por el momento un proyecto junto a Kate Moss que quién sabe si llegará a ver la luz.
Beatriz Martínez