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El equipo que lidera el director chileno Cristián Jimenez tuvo un caluroso recibimiento por parte del público al término del estreno de su película Ilusiones ópticas. Después de los 105 minutos que dura la cinta, los chilenos mantuvieron un animado coloquio con los espectadores, a los que les interesó especialmente la situación de la sociedad chilena que retrata el filme.
En el invierno de Valdivia, en el sur de Chile, el desempleo, las nuevas técnicas neoliberales de las empresas, el amor y la sobrevivencia se mezclan en escenarios cotidianos como una oficina, un centro comercial, una cancha de baloncesto o una pista de esquí. Cristián Martínez cuenta que, tras cuatro años ausente, llegó a Valdivia, y encontró un país muy-muy capitalista", donde su suegro era un desempleado, su ciudad una desconocida y todo "muy flexible, el empleo, los capitales, los cuerpos", en una impresión casi irreal. Apartir de ahí pensó que "podía escenificar todo ello en una película coral como Ilusiones ópticas".
Sobre los protagonistas –un esquiador ciego que recupera la vista, un funcionario enviado a un taller de capacitación, un guardia de seguridad enamorado-, Jiménez no quiere llamarlos perdedores: "Acepto que los personajes son algo perdedores, pero no especialmente fracasados. Les pasa lo que a mucha gente le está ocurriendo hoy en día, que pierden su trabajo, su casa pero, a pesar de los fracasos y las frustraciones, son tercos y siempre muestran unas gotitas de esperanza".
El dramatismo de la situación que viven los chilenos y su tratamiento con toques de humor fue también tema del coloquio: "Sí, claro que mantengo el tono cómico, porque cada vez que he intentado cambiar al tono dramático me sale cómico, siempre se escapa el punto de comedia, y ésta es la primera vez que me pongo a lo dramático, y ya ven ¡esto es lo más dramático que me sale!".
Sobre la actual coyuntura en su país, el director de la película no se mostró optimista: "Con ese capitalismo tan fuerte hay muchos cambios, pero en lo que no se espera cambio es en el tema del clasismo, el de la pervivencia de las clases sociales, y la impresión que yo tengo es que no hay rumbo hacia un cambio. Eso es muy grave en un país que tiene la peor situación de la distribución de los ingresos y las mayores desigualdades en clases sociales. Pero, por ahora, no se vislumbra esperanza".
En el coloquio, Gregory Cohen, uno de los actores protagonistas, fue también muy vehemente criticando el capitalismo chileno y, como ejemplo de irrealidad y engaño, mencionó los eufemismos en el lenguaje como "ya no te despiden, te trasladas y ya no eres un sin casa, eres gente en situación de calle".