"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
Cuando empieza El cuarto de Leo parece que los orgasmos y el sexo van a tener más presencia en esta película de la que finalmente tienen. Es verdad que la búsqueda de la identidad sexual está bastante presente a lo largo del filme, pero no tanto como la depresión y sus consecuencias, o la importancia de contar con un sitio en el que poder refugiarse del mundo.
Los continuos gatillazos de Leo hacen que su novia le abandone, pero para entonces ya navega por Internet en un intento de descubrir su verdadera identidad sexual. Sin embargo, las cosas nunca son tan sencillas, las atracciones pueden ser varias y diversas, y la necesidad de elegir puede convertirse en una pesadilla. Y si a todo ello se le añade un personaje con una depresión profunda cuya causa última no va a conocer el espectador hasta el final, lo que al principio se perfilaba como una comedia romántica un poco extraña acaba convirtiéndose en algo bastante diferente, mucho más dramático, aunque cuente con algunos excelentes toques de humor.
Si algo deja claro El cuarto de Leo es que una simple habitación propia puede salvar a la gente de la locura, pero también puede impedir el desarrollo de una personalidad. Leo no sale apenas a la calle, todo su mundo se reduce a las cuatro paredes de su habitación; allí es donde se desarrollan todas sus relaciones, el mundo exterior apenas existe, y entre cuatro paredes no siempre es fácil decidir si uno es gay, hetero o bisexual.
Por las características de la historia y el guión, El cuarto de Leo podría haberse quedado en una película rara y claustrofóbica, pero se nota en ella una cierta libertad, un discurso que es capaz de superar depresiones, aislamientos y neuras. Sus personajes, a pesar de un dramatismo en ocasiones pasado de rosca, son creíbles y cercanos, y entre todos ellos sobresale el magnífico personaje secundario de Felipe, el dueño del piso en el que se encuentra el cuarto de Leo, un tipo que se pega la vida sentado en el sofá fumando porros y que tiene un par de escenas gloriosas, como cuando explica la elección más difícil de su vida. Sólo por un personaje como éste se puede ver una película, y si encima el resto está bien contado, como en este caso, el resultado puede ser notable.
M.B.