"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
Javier Fuentes-León y su película Contracorriente son este año los encargados de representar a Perú en el Festival. Con este largometraje que se estrenó ayer, Fuentes-León (Perú, 1968), aborda sin tapujos el tema del amor entre personas del mismo sexo.
"Contracorriente es una historia de amor, la de un pescador que se encuentra con otro hombre en medio de una sociedad muy cerrada y muy religiosa. Miguel es el pescador, casado y a punto de ser papá, que tiene un romance con este otro hombre, un pintor llamado Santiago. En este pueblo -continúa- existe la tradición de que cuando alguien muere, el hombre más cercano es el que tiene que hacer la ceremonia donde bendicen el cuerpo del muerto y le tiran al mar y así el alma descansa".
Santiago se ahoga, pero regresa -añade- "como fantasma, y no sabe por qué no puede descansar hasta que el pescador le dice: hay que hacer esa ceremonia para que descanses. De esta manera, concluye, la muerte les permite tener por una vez la relación a la luz que antes no tenían".
Fuentes-León destaca que, entre sus objetivos está el de abordar el tema de la homosexualidad pero, especialmente, reflejar "qué significa ser fiel a uno mismo y el valor que uno necesita para ello, y también las consecuencias que eso tiene cuando no somos honestos con nosotros mismos, porque afectamos a otras personas que queremos, como le pasa al protagonista".
"Quiero, asegura Javier Fuentes- León, que el público se enamore de estos dos hombres y que comprenda el conflicto del pescador, que es muy grande, porque no es un hombre que esté harto de su mujer: él ama a su esposa y adora ser padre, pero ve que lo otro también es amor, y no sabe cómo manejarlo".
"Lo que me interesaba era mostrar en la película que un romance entre dos hombres o entre dos mujeres, es parte de la condición humana, y es tan válido como un romance heterosexual. También quería reflejar lo difícil que es todo cuando la sociedad te impone ciertas reglas, sobre todo en la sociedad latinoamericana".
Aunque en ningún momento se menciona explícitamente, la película está ambientada y filmada en Cabo Blanco, en el norte de Perú, pero la idea del director es que sea más universal y "aunque está ahí, con la comida, el vestido, el paisaje y con las tradiciones de ese lugar, puede suceder igual en un pueblo de África o de Italia".
Con este trabajo, que comenzó a caminar en el año 2001, la idea del realizador peruano es también llegar a otras audiencias, porque "el espectador español o el europeo ya está acostumbrado a ver temas así, pero el latinoamericano no tanto, y menos con una película que viene de su propio país".