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Le jour où Dieu est Parti en Voyage narra la historia de Jacqueline, una joven tutsi que trabaja como niñera para una familia belga que es evacuada durante los primeros días del genocidio. Tras salir de su escondite descubre que sus hijos han sido brutalmente asesinados. Se refugia en la selva, donde encontrará a un hombre herido.
El director belga Philippe van Leeuw revisa en este relato el genocidio de Ruanda de un modo más introspectivo, desde el sufrimiento de los sobrevivientes, del miedo, de la angustia vital frente a la brutalidad con la que otros largometrajes han retratado el conflicto. “El tema del filme es más la cuestión de la supervivencia llevada a una situación extrema como la de la masacre, más que sobre el genocidio en sí mismo”, aclara van Leeuw. “Lo que cuenta es ver cómo la gente encuentra los medios de seguir viviendo o no”.
La joven ruandesa Ruth Keza Nirere da vida a Jacqueline, el personaje que se refugia en su propio silencio como expresión del miedo. El realizador la escogió porque necesitaba su propia vivencia y sufrimiento para transmitir mejor el personaje a través de su memoria y dolor. “Conozco muchas historias tristes como ésta. No fue fácil hacer el papel porque requería mucha energía física y emocional”, explica la actriz primeriza.
La película parte de la historia que unos amigos contaron al director belga y que le ha inquietado desde entonces. “Tuvieron que dejar a su institutriz en casa. El resto del relato es ficción, porque nunca supimos qué le pasó”.
La belleza de las imágenes se contrapone a la brutalidad emocional a la que están sometidos los protagonistas. “Era importante enseñar que la naturaleza seguía llena de vida, totalmente ajena a lo que pasa a su alrededor, mediante esa oposición”, puntualiza van Leeuw.
Ane Rodríguez