"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
Si el pequeño ladrón del filme de Érick Zonca se colara en el mundo de batallas campales entre chicos de la calle y policías armados con porras de Ma 6-t va crack-er (Jean-François Richet, 1997), seguramente no sobreviviría. El joven protagonista de El Pequeño Ladrón (1999) tiene algunas de las preocupaciones propias de su edad y entorno: las chicas, las relaciones de amistad marcadas por la violencia y el dinero, la elección entre una vida definida por la delincuencia o por un trabajo monótono. Es un antihéroe suave que intenta endurecerse a golpes de boxeo, que se asusta al arrancar la peluca de una anciana y descubrir su calva, que debe decidir qué lugar quiere ocupar en un entorno social sin grandes perspectivas.Sobre él se arma un relato de aprendizaje, un cuento moral dispuesto por Zonca como un reloj.
Para Zonca, la delincuencia es un trayecto de ida y vuelta: un balcón al que asomarse para luego volver al sosiego del interior. Se trata de una decisión (moral) individual. Para Richet, en cambio, es una cuestión (política) colectiva.
Filmada en cité de Beauval,en la periferia parisina, y con actores no profesionales, Ma 6-t va crack-erno tiene un personaje principal, sino varios; no imprime pausa, sino nervio. En 1997, Jean-François Richet contaba en su haber con État des Lieux (1995), un filme en blanco y negro que se avanzaba, tanto en el discurso como en la forma, a su coetánea El Odio (Mathieu Kassovitz, 1995). Se trataba de una película que versaba sobre una clase social desfavorecida, pero que lo hacía a través de un trabajo impecable sobre la imagen, tan cinéfilo como agresivo con el poder de los medios de comunicación. En État des Lieux, como en El Odio y en El Pequeño Ladrón, el protagonista se enfundaba unos guantes de boxeo. En Ma 6-t va crack-er,Richet abandonó el ring, pero ganó en punch. La película ya no está filmada en blanco y negro y en 16mm,sino en color y con textura digital. Los personajes se exponen sobre el relato de manera coral. La pauta es absolutamente musical y el rap imprime el tempo a una narración que va adquiriendo velocidad hasta alcanzar su punto culminante: un final marcado por un montaje en paralelo arriesgado y con un fuerte compromiso político, en el que se multiplican los focos: una fiesta, una batalla, un incendio, la llegada de la policía, una nueva batalla, más fuego.
En el fondo, Richet hace gala de cierto cálculo: encuadra y monta siguiendo una pauta, la de la música. Si Zonca es un reloj, Richet es un pentagrama. Si Zonca es la moral, Richet es la política. Y si Zonca pisa el ring como una forma de aprendizaje, Richet golpea con fuerza, moviendo los pies con un ritmo que sus contrincantes –Kassovitz a la cabeza– no pueden alcanzar.
Violeta Kovacsics