"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
El Diccionario de la lengua española define la hipocondría como “afección caracterizada por una gran sensibilidad del sistema nervioso con tristeza habitual y preocupación constante y angustiosa por la salud”. Eso es exactamente lo que le ocurre a Soledad, la protagonista de esta comedia sentimental, que, aparte de los problemas físicos, tampoco atraviesa una buena época en su vida amorosa –su novio la acaba de dejar–, y por si todo ello fuera poco, el inodoro se estropea, toda una metáfora de los desórdenes de todo tipo que la acosan.
A la vista de las circunstancias, Soledad decide hacer honor a su nombre y quedarse sola durante una larga temporada, pero los caminos del Señor o de la fortuna son inescrutables, y pronto aparecerá alguien que le hará incumplir su promesa. Además, Soledad puede estar sola, pero en su apartamento no deja de sonar el teléfono, lo que, paradójicamente, en determinados momentos puede acrecentar aún más la sensación de estar aparte del resto del mundo.
Amorosa Soledad es una película amable, una comedia divertida que, como ocurre a menudo con este tipo de historias, esconde realidades más duras. Como en las películas de Woody Allen, el espectador se ríe con la obsesión de la protagonista por las enfermedades, pero tiene que ser terrible vivir permanentemente con la sensación de que la salud va a fallar en cualquier momento y de que puede ser algo definitivo, sin remedio. Como puede ser terrible la verdadera soledad, la que no se elige, la obligada. Una vez más, está claro que si uno se pone a hurgar un poco, las comedias suelen esconder un punto de tristeza o, por lo menos, melancolía disfrazada con una sonrisa.
Mucho se ha hablado de la capacidad del cine argentino para resucitar y reinventarse hasta en las épocas de crisis más terribles. Seguramente no nos llega todo lo que se hace en el país, pero la verdad es que muchas de las películas que se exhiben en nuestras salas desde hace unos cuantos años tienen una calidad más que notable. Primero fueron unos cuantos filmes que abordaban de forma valiente la dictadura militar y la represión, pero luego ha habido ocasión de ver obras de todo tipo, también excelentes comedias. Seleccionada en Cine en Construcción, Amorosa Soledad se aleja de producciones argentinas más densas y profundas, pone cierto toque de levedad en nuestros recuerdos de la cinematografía argentina, y después de verla uno no puede evitar pensar si la cisterna de su retrete funciona bien o se va a encontrar con el baño inundado.
M.B.