"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
“Ningún tiempo pasado fue mejor, y menos aún en el Pozo del Tío Raimundo, pero sí es verdad que, impulsados por la pura necesidad, los vecinos del barrio forjaron en los años 60 y 70 una conciencia y demostraron un afán transformador que contrasta con el ahí me las den todas de los jóvenes de hoy”. Quien así se expresa es Juan Vicente Córdoba, que ayer presentó Flores de Luna.
Al director del filme le llama la atención que los jóvenes no parezcan tener noción de en qué condiciones llegaron a Madrid sus abuelos o incluso sus padres, y muestren actitudes racistas contra los emigrantes actuales.“Hemos olvidado que en España, a pesar del bienestar alcanzado, hubo mucha pobreza; hay algo aquí que va mal”, afirma.
Flores de Luna es un intento de despertar la memoria y, al mismo tiempo, “un homenaje” a las gentes que, huyendo de las zonas rurales de Andalucía o Extremadura, llegaron a Madrid en la posguerra y que, a falta de otros recursos, levantaron un barrio de chabolas que carecía de los más mínimos servicios. Un barrio que, a través de su lucha, consiguió dignificar su situación y convertirse en referencia de muchas cosas.
En ese proceso destacó la figura del padre Llanos, quien, habiendo sido capellán de Falange e incluso confesor de Franco, optó en un momento dado por difundir el Evangelio en el Pozo y terminó militando en el PCE. “Fue a cambiar el Pozo y el Pozo lo cambió a él”, indica Córdoba, quien dedica al personaje “prácticamente un documental dentro del documental”. No elude que fue una figura controvertida, pero el director tiene claro que se convertiría en alguien providencial: “Sin él, el Pozo no sería distinto de otros barrios”.
El documental incluye muchos ingredientes, desde imágenes del NO-DO a canciones de Luis Pastor, pero en él destacan sobre todo los testimonios de los vecinos. Algunos fueron pioneros, otros son veteranos de las luchas de los 70. Sin embargo, por el contraste que representan, quizá son especialmente llamativos los de los jóvenes. “Para mí fueron como una aparición –confiesa Córdoba–. Me llamaron de una escuela para hablar del proyecto y, en el coloquio, empezaron a dar su punto de vista. Está claro que esto es un fracaso, de las clases dirigentes, por supuesto, pero también de la izquierda. En el Pozo, la tasa de fracaso escolar alcanza el 75%. Los jóvenes pretenden llegar al dinero fácil de la peor manera; nadie quiere estudiar. Es verdad que sigue siendo uno de los barrios con menor renta per cápita y que, por ser un bastión de la izquierda, la Comunidad y el Ayuntamiento le niegan las dotaciones que requiere. Pero sus padres, en situaciones peores, demostraron interés por elevar su nivel cultural”.
Córdoba empezó a concebir Flores de Luna nada más concluir su largometraje A golpes (2005), en el que ya apuntaba su preocupación por los nuevos emigrantes. “Yo, que he nacido en Entrevías, a doscientos metros del Pozo, empecé a recordar mi infancia y a hablar con mis padres y abuelos, también emigrantes, sobre las condiciones de vida de otro tiempo. Entonces pensé que tenía la suficiente cercanía con los protagonistas como para abordar este proyecto”.
Un proyecto que le ha llevado a rodar alrededor de 150 horas de entrevistas. “Con tanto material, lo más difícil ha sido mantener el equilibrio entre reflejar la realidad tal cual y mi toma de postura”, confiesa.
Martin ANSO