"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
Hay películas en las que nada más ver la primera escena algo te dice que vas a disfrutar, que te vas a emocionar y que sus personajes se van a quedar durante una temporada viviendo en tu memoria. Suele suceder que esas historias son, en apariencia, pequeñas, sin ansias de trascendencia, totalmente alejadas de la épica. Esos filmes se asemejan bastante a las cosas insignificantes de esta película, que parecen no tener ningún valor, pero, si se observan con detenimiento, resulta que están llenas de poesía.
Esmeralda, una adolescente pobre que cuida de su anciana abuela y de su hermana pequeña, va guardando en una caja cosas que encuentra por la calle, cosas aparentemente sin valor que alguien ha perdido, ha olvidado o ha tirado. Son cosas como un teléfono apuntado en un papel, un caballito de mar hecho con papel o una flecha también de papel. Son cosas en las que nadie repara, pero Esmeralda las va guardando como si fueran auténticos tesoros. En realidad, todas estas cosas insignificantes tienen detrás relaciones tormentosas, desencuentros, enfermedades, malentendidos e incomunicación.
Hay un tipo de cine, casi se podría decir que constituye todo un género, basado en historias que no sólo se cruzan, sino que giran sobre ellas mismas, se retuercen y saltan para llegar a desenlaces más o menos sorprendentes, más o menos previsibles. Pero sólo en contadas ocasiones estas vidas cruzadas alcanzan el nivel de calidad de Cosas insignificantes, una ópera prima que sorprende por su altura poética. Es verdad que los intérpretes, entre ellos Carmelo Gómez, contribuyen de forma decisiva, como seguramente también tendrá que ver el hecho de que Guillermo del Toro se haya encargado de la producción ejecutiva de este filme, que, por otra parte, poco tiene que ver con la mayoría de las películas que él ha dirigido.
Además de Esmeralda, su hermana, la abuela que sueña con montañas y la caja del tesoro, desfilan por la pantalla un padre que no ha hablado con su hija durante años, una mujer sexualmente insatisfecha, un niño gravemente enfermo, una ex campeona de tiro con arco con un matrimonio infeliz o un niño de la calle. Todos ellos llevan vidas difíciles, tienen problemas y sufren, pero en sus historias hay algo que atrae, una lírica que engancha y emociona.
Detrás de cosas insignificantes hay un excelente grupo de actores y una labor de dirección absolutamente meritoria, pero, como suele ocurrir con este tipo de historias en las que los personajes se van cruzando constantemente, nos encontramos sobre todo con un soberbio guión, cuyo mérito se agranda precisamente por estar construido sobre cuatro cosas en teoría insignificantes.
M.B.