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El actor Javier Bardem recibió ayer el Premio Nacional de Cinematografía 2008 de manos del ministro de Cultura, César Antonio Molina, en un acto que tuvo lugar en el Salón Excelsior del Hotel María Cristina. El galardón, dotado de 30.000 euros, lo concede el Ministerio de Cultura como reconocimiento a la labor más sobresaliente del año en el ámbito cinematográfico español.
El jurado, que se lo concedió el pasado 18 de junio, quiso premiar tanto los logros que ha alcanzado el actor a lo largo de su carrera, especialmente en 2007, como la defensa que ha realizado de la profesión y su compromiso constante con el cine nacional dentro y fuera de las fronteras españolas.
Las primeras palabras de Bardem expresaron su sorpresa por la cantidad de gente congregada en la sala y agradeció la presencia de las caras conocidas que tanto admira, entre ellas la de los actores Juan Diego y Antonio Banderas, el cineasta y presidente del Jurado Oficial de esta 56 edición, Jonathan Demme, la presidenta de la Academia de Cine, Ángeles González-Sinde, la escritora Espido Freire y la madre del artista, Pilar Bardem.
El protagonista de la recién estrenada Vicky Cristina Barcelona declaró recoger el premio no como reconocimiento a su persona, sino a toda una profesión de la que ha aprendido su oficio y a la que ama e intenta defender a través del trabajo. Pero no sólo ellos recibieron el agradecimiento de Barden, ya que también quiso compartir el momento con los amigos del pueblo saharaui “con el que se tiene una deuda de memoria histórica”, con el fondo asistencial de la Fundación AISGE, que trabaja “para honrar a nuestros mayores en esta profesión”, así como con el proyecto de investigación y desarrollo del arte interpretativo que prepara con Juan Carlos Corazza. A estos tres, además de sus palabras y su esfuerzo, Bardem entregará la dotación económica que recibió del Ministerio.
Desde Jamón jamón o Huevos de oro, el “yonkee” de Días contados, el Romeo Dolorosa de Perdita Durango, el Reynaldo Arenas de Antes que anochezca o el Ramón Sampedro de Mar adentro, hasta el Anton Chigurh de No es país para viejos o ese seductor artista de Vicky Cristina Barcelona, Javier Bardem nos ha enseñado, según el titular de Cultura, que “gracias a su talento y preparación, seres reales o de ficción toman cuerpo, respiran y se hacen visibles porque tienen dentro a alguien que les entiende y trasciende, les dota de la inteligencia y sensibilidad precisas para que los comprendamos en toda su dimensión”.
De esta forma, Molina quiso destacar en su discurso que el oscarizado actor pertenece a una generación y a una estirpe de grandes actores que basan su profesión en “un duro trabajo,que nace del rigor y del entrenamiento; de la preparación a fondo del personaje”porque “la interpretación no es un fenómeno casual”.
Para poner fin a la ceremonia de entrega, además de transmitirle su reconocimiento, el ministro quiso pedir a Javier que “siga siendo consecuente con su manera de ser,con su autoexigencia y perfeccionismo”y que siga siendo fiel a sus raíces.
I.O.