"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
En 1997 Rockuro Mochizuki filmaba la que se convertiría en la obra cumbre de su carrera cinematográfica y en cierta manera aquélla que constituiría la síntesis de todas sus obsesiones artísticas hasta el momento. Onibi: The Fire Within era la confirmación de que el director había alcanzado su máximo grado de madurez y poseía la habilidad de manejar los resortes de una historia que si bien ya había abordado en otras ocasiones, ahora se perfilaba revestida de una dimensión trágica más poderosa y un aliento poético desolador.
Mochizuki redefine la figura del antihéroe noir a través de un personaje de mediana edad que acaba de salir de la cárcel y debe adaptarse a una nueva vida dentro de una realidad en la que no termina de encontrar su lugar. Curtido por un pasado como yakuza, Kunihiro (un estupendo Yoshio Harada) no quiere volver a matar. Sin embargo, la fatalidad irrumpirá en su camino para demostrar que no hay lugar para la redención de los hombres buenos.
Onibi: The Fire Within es una película serena y madura, impregnada de una contundente y arrebatadora humanidad y empapada de una amarga melancolía que la diferencia de cualquier otra película de género al uso. Su director maneja a la perfección los códigos del relato criminal, pero su interés se centra más en la descripción psicológica de un personaje y en su proceso de liberación espiritual frente al mundo que le rodea. Por eso, la historia de amor que mantiene Kunihiro con una joven pianista se convertirá en el núcleo de la narración.
AMochizuki siempre le ha interesado la relación entre el sexo y la violencia, aunque en esta ocasión el elemento erótico se minimiza en beneficio de un sustrato romántico que inunda un relato en el que las pasiones se deslizan de manera sensitiva y sosegada, con una textura áspera y emocional. Onibi… es una pieza de cámara sobria y de naturaleza crepuscular que se adentra con aplastante intensidad en los pliegues de un personaje que lucha por mantener su integridad y por ser fiel a su propio código moral. Aunque eso signifique tener que renunciar de nuevo a todo.
Beatriz MARTINEZ