Hisashi Okajima (1956, Japón) es conservador principal del Centro Nacional de Cine del Museo Nacional de Arte Moderno de Tokio, institución a la que ha estado ligado desde 1979. Durante esa época también ejerció de crítico en revistas especializadas, escribiendo artículos sobre cine, archivos fílmicos y movimientos cinematográficos. A Okajima le queda tiempo para participar en diferentes comités de asociaciones y federaciones internacionales, como la Federación Internacional de Archivos Fílmicos, así como de impartir conferencias en diversas universidades japonesas y simposios a lo largo y ancho del mundo.
Ha dedicado una gran parte de su vida al Centro Nacional de Cine del Museo de Arte Moderno de Tokio. ¿Diría usted que el centro se ha convertido en lo que es gracias a todos sus sueños y proyecciones?
Cuando en 1979 empecé mi trabajo, en Japón no existía el concepto de archivo cinematográfico. El Centro Nacional de Cine era más bien un sitio en el que se proyectaban una serie de películas, una cinemateca. Claro que existía una colección de películas, pero nada que ver con la Filmoteca Española o la Cinematheque Française. No conservábamos las copias de manera apropiada. En 1984 hubo un incendio en el centro y se perdieron muchas copias. Después de esto decidimos aprender sobre conservación de películas.
¿Cuál es el futuro del archivo en la era digital?
La tecnología digital es importante y útil, porque puede restaurar las películas mucho mejor de lo que podemos hacerlo de manera tradicional. Pero resulta un proceso muy costoso,y no nos podemos permitir el lujo de aplicarlo a cada película. Recientemente hemos restaurado Rashomon (1950) de Akira Kurosawa usando una tecnología muy avanzada, con el apoyo financiero de The Academy Film Archive de los EEUU y Kadokawa Culture Promotion Foundation, que es la dueña de la copia. Fue una restauración muy ardua y costosa,que, desafortunadamente, no se puede extender al resto del fondo, es absolutamente imposible. Los políticos y los inversores tienden a pensar que al ser un proceso digital, se trata de algo fácil y poco costoso. El mensaje más importante es que no hay que tirar ningún filme original, hay que mantenerlos.
¿Qué es lo que encarece la restauración, el tiempo que lleva hacerlo o la especialidad?
Las dos cosas, pero ante todo, las nuevas tecnologías, las máquinas. Todo es nuevo y aún se está experimentando y son casi máquinas únicas.
Probablemente dentro de diez años sea más barato.
Sin duda alguna.
¿Será posible una gran filmo-teca de Babilonia on-line?
En algunos países como los escandinavos y en Francia ya han transferido muchas copias a formato digital y lo están implementando. En Japón no hemos conseguido hacerlo aún, porque necesitamos financiación, pero el proyecto existe.
Es curioso que dos de los siete miembros del Jurado Altadis-Nuevos Directores sean directores de museos. ¿Cree que es significativo?
[risas] El Festival me invitó a participar. Mi formación es la de crítico de cine. Es una especie de desafío para mí, estoy muy contento de estar aquí. Debo admitir que, irónicamente, los conservadores no tenemos tiempo de ver películas. La invitación de venir a San Sebastián y poder ver películas es todo un lujo y privilegio.
Su Centro Nacional de Cine pertenece al Museo de Arte Moderno de Tokio ¿Cuál diría que es la relación que tienen el Cine y el Arte?
Históricamente, nuestro Centro y el Museo, ha seguido el modelo del MoMA de Nueva York, que también cuenta con un departamento de cine. Hoy en día, la industria de cine japonés está pidiendo que el centro de cine se independice. Creo que es lógico y que se debería de hacer, pero tenemos un problema presupuestario y de personal. Debemos ser prudentes con respecto a esa independencia.
Supongo que varias de las copias que se están proyectando en la retrospectiva de Japón en Negro proceden de su Centro.
21 de los títulos pertenecen a nuestro fondo. Es una colección de títulos excepcional que refleja el lado más oscuro de Japón y brinda la oportunidad de dar a conocer otro cine nipón al público de aquí: no todo nuestro cine es tan tranquilo y armonioso como el de Ozu. Son títulos de yakuza e historias de gangters que de jóvenes veíamos los sábados por la noche en una sesión continua de cinco películas. Es como volver a experimentar aquella época, pero ahora en San Sebastián.
"Los conservadores no solemos tener tiempo de ver películas"
Ane RODRÍGUEZ