Lo primero que destaca el realizador japonés Masato Harada sobre el Jurado del que forma parte es la buena química de la que gozan. “Tenemos un gran ambiente. Además, es muy enriquecedora la mezcla de generaciones con la que contamos, así como las escuelas de las que venimos. Por un lado, tenemos esta joven escuela a la que pertenecen las encantadoras Leonor, Nadin y Martina, y por otro lado, la vieja escuela que integramos Jonathan, Michael y yo. Y cómo no, la magnífica Clare que está entre los dos”. Hoy hemos ido a comer todos juntos y ha servido para establecer las bases”.
Director de cine, escritor y actor, Masato Harada nació en Numazu, Japón, en 1949. Vino por primera vez al Festival en 1972, “entonces se celebraba en julio”, recuerda. Es un momento que le trae gratos recuerdos. “Me encontraba en el Festival de Berlín cuando decidí que quería venir al de San Sebastián porque me enteré de que Howard Hawks presidía el Jurado de aquella edición. Vine directo, acreditándome como corresponsal de Kinema Jumbo”.
“Aquí empezó mi carrera y mi estrecha colaboración con él durante cinco años. Esta ciudad es una especie de santuario para mí. Este encuentro de ensueño siempre lo recuerdo con los puentes majestuosos”.
El realizador japonés se alegra de que el Festival le haya dado la excusa ideal para regresar a San Sebastián,“sobre todo volver como miembro del Jurado. He venido con mi mujer y mi hijo y se han enamorado de la ciudad. Es curioso cómo puedes recordar ciertos sitios y rincones a pesar de lo mucho que ha cambiado. Los restaurantes son únicos. De lo que no me acordaba era de la cantidad de pintxos que hay en todos los bares”. La noche de la entrevista Harada presentaba su filme.
Más cine negro, por favor
Harada celebra la iniciativa de este ciclo de cine negro japonés: “Es estupendo. Creo que nunca se ha hecho algo así ni siquiera en Japón. Es muy difícil poner todos estos filmes juntos bajo el mismo título. Creo que el Festival ha realizado una gran labor”.
“En Japón -se lamenta el cineasta- el film noir está acabado. Nadie apuesta por él. Con lo cual, esta muestra de cine negro manifiesta que en mi país este género también funciona bien y que se han hecho películas muy buenas. Tristemente, está considerado muy pobre en Japón. Las películas que triunfan en taquilla son aquéllas basadas en cómic mangas o en series de televisión. Es un tema bastante frustrante”.
Según Harada, los programadores de festivales europeos como Cannes y Venecia tienen una idea muy obstinada de lo que tiene que ser una película japonesa: “Tiene que ser lenta y con pocos personajes. Mis películas tienen un tempo más acelerado, y más personajes, con más escenas, a pesar de haber pasado por el mismo sistema creativo. No les interesan las ambivalencias y las metáforas en el cine japonés: quieren el mínimo de personas, en un tempo muy lento y una historia simple y fácil de entender”.
Tras su experiencia de varios años en Los Angeles, el cine de Harada se ha dejado influenciar por el formalismo americano: “A pesar de que me encuentro a caballo entre las producciones de EEUU y Japón, ante todo me considero un realizador japonés. Mi técnica es heredera de Kurosawa influenciado por John Ford y Howard Hawks”. Pero su orientación a la hora de dirigir actores, la asemeja a la de Mike Leigh y Ken Loach, “una aproximación mucho más naturalista. Todas esas mezclas son el tipo de películas que me gustan”.
Harada ve el Zinemaldi como un punto de encuentro entre cineastas de todo el mundo y una gran puerta al cine latino. “Recuerdo que cuando yo estuve aquí hace 36 años, veía unas cuatro o cinco películas al día y conocí a muchísima gente del sector. Mi hijo, que ha venido conmigo, es montador y está entusiasmado. Es un buen momento para él de conocer a gente de su edad de otros puntos del mundo con quienes poder intercambiar ideas”.
A pesar de la gran comunidad nipona en países latinoamericanos como Brasil y Perú, el realizador asegura que el intercambio cultural no es tan fluido: “El cine latino no nos llega, pero es un cine que me interesa mucho,y por eso veo esta muestra como una oportunidad de ver lo que se está produciendo”.
Uno de los proyectos que tiene en su cabeza,de hecho, es una historia sobre una pequeña comunidad japonesa que llegó a una isla cerca de la costa brasileña poco antes de acabar la II Guerra Mundial. Cuando llegaron los rumores de que sus compatriotas habían perdido la batalla del Pacífico y habían firmado la rendición, se negaron a creerlo, tanto que crearon una realidad paralela y recrearon la escena de la firma del tratado de tal manera que el emperador Hirohito salía triunfante sobre MacArthur.
"Esta ciudad es como un santuario para mí"
"Nadie apuesta por el cine negro en Japón"
Ane RODRÍGUEZ