"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
Meiko Kaji inició su carrera como actriz haciendo de chica mala y un poco mofletuda en películas de bandas callejeras femeninas, donde poco a poco fue incrementando su protagonismo. Sin embargo, pronto tuvo un feliz encuentro que cambiaría por completo el curso de su imagen cinematográfica. Bajo la batuta del director Teruo Ishii protagoniza la inimitable Blind Woman’s Curse (Kaidan Nobori-ryu, 1970), con un tatuaje en su espalda de una cabeza de dragón cuyo cuerpo continúa en las espaldas de otros miembros de su banda yakuza. Acosada por un gato negro que la persigue con tenacidad, pasará un tiempo en una cárcel de mujeres para luego verse envuelta en una guerra entre bandas yakuza donde dará prueba de su habilidad con la espada, sobre todo en un final antológico en el que se enfrenta a una misteriosa mujer ciega y su gato negro. A lo largo de todo el metraje pondrá en juego una característica mirada penetrante en la que se refleja el estoico aguante ante las penalidades sufridas de una gata salvaje que aguarda su ocasión para contraatacar. Estas tres facetas de mujer en prisión, espadachina y mirada penetrante van a resumir la imagen de Kaji a lo largo de la década de los 70, hasta el punto de convertirse en una de las más representativas actrices del cine criminal japonés de esos años.
Este salto al estrellato se produce con Female prisoner 701: Scorpion, debut del rupturista director Shunya Ito, que precisamente se había formado en el oficio como ayudante de director de Teruo Ishii. Fiel a su imagen en el violento manga en que se basa, la reclusa “Escorpión”encarnada por Kaji apenas habla, y basa casi toda su interpretación en esa penetrante mirada, que aquí encierra un abismo insondable de deseo de venganza sangrienta. Tan bien funcionó esta película de prisión de mujeres en el entonces declinante panorama del cine japonés, que la serie se prolongó raudamente a lo largo de otros tres títulos con idéntica protagonista y una década después conoció remakes tanto en el mundo del V-Cinema como en el de la pantalla grande, ya con distintas actrices. Si de alguna manera se puede resumir la grandeza de esta película es en el proceso de pulido que supuso para las cualidades interpretativas de la actriz y en el hecho de no ser una película más de cárcel de mujeres sino que aplica un prisma grotesco de irrealidad sobre una trama en principio convencional.
Para terminar de rematar su imagen de mujer espadachina, protagoniza un díptico dirigido por Toshiya Fujita que se inicia con Lady Snowblood (1973) y que constituye la principal fuente de inspiración para el mucho más tosco Kill Bill (2003) de Quentin Tarantino. Y es que a la película de Tarantino le faltaban los ojos de Meiko Kaji.
Daniel AGUILAR