"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
Para empezar una contradicción. A mí los festivales de cine no me gustan demasiado. Eso de que las películas compitan, me parece absurdo. Porque las películas son únicas. Otra cosa son las franquicias de películas, pero ésa es otra historia. Que compitan películas es como si pelearan por la misma medalla un lanzador de jabalina, una saltadora de pértiga y un velocista. En cambio me gustan las retrospectivas. Primero porque las retrospectivas miran hacia atrás. Y lo único que podemos entender es el tiempo pasado. Y segundo porque las retrospectivas son la única manera de ver comedias en un festival de cine. Las comedias en los festivales de cine son como las chicas con culo en la Pasarela Cibeles, unas apestadas. La mayoría de los festivales se han convertido en un contubernio de tipos serios y trascendentes que pasean su firma con una pretenciosidad digna de risa. En cambio las retrospectivas son la manera que han encontrado los programadores de inundar con un rayo de luz los días de cine y casi siempre hacer justicia a tiro pasado.
Este año San Sebastián presenta la retrospectiva de Mario Monicelli. Son películas de director transparente frente al cine de directores aspaventosos, mírame qué bien lo hago. Películas comprometidas, pero no comprometidas con ideas facilonas que todo el mundo aplaude, sino con el ser humano, y por lo tanto complejas, contradictorias, perturbadoras. Películas divertidas, porque aún no se había impuesto la idea de que para ser trascendente había que ser un plasta. Películas bien interpretadas, porque sus actores no tratan de imitar a otro actor, a ser posible norteamericano, sino que persiguen retratar a la gente de la calle. Películas sin nostalgia, porque son apuntes del natural y cuando bucean en el pasado histórico, lo hacen eligiendo personajes y sucesos con minúsculas.
A finales de los años 50, maestros como Monicelli, Germi, Comencini o el recientemente fallecido Dino Risi, llevaron a cabo la transición del neorrealismo a la comedia a la italiana. Prolongaban así la edad de oro de un cine local, pero al mismo tiempo universal y eterno. Vencían el amaneramiento en el que cae cualquier escuela si dura demasiado o es en exceso auto-consciente. Retrataron con ironía a la nueva clase media nacida tras la crisis de posguerra, tratando los conflictos sociales desde sucesos ínfimos. Nadie tiene derecho a imponer un cine sobre otro, pero si a mí me preguntaran por el cine que mejor nos representa, no se me ocurriría dudar de la comedia italiana de esos años. En San Sebastián 2008 vamos a ver en pantalla grande I Soliti Ignoti, Guardi i Ladri, I Compagni, La Grande Guerra o Amici Mei. No se me ocurre mejor excusa para justificar que exista una cosa tan absurda como un festival de cine. Más allá de modas o de vacas sagradas, algunos desertaremos a las pantallas secundarias en busca del placer. Para disfrutar de las películas del viejo Monicelli, para darnos un respiro con sus errores pero volver a admirar sus aciertos. Pero es que además lo vamos a hacer entre risas. O sea que vamos a ser la gente más envidiada de Donostia.
David TRUEBA