"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
Debe ser un fastidio ser una mujer surrealista, tradición rara vez reconocida, al menos entre los escritores y cineastas norteamericanos y europeos. En la pintura mexicana, están Frida Kahlo y Remedios Varo. Pero cuando se trata de escritoras de ficción como Shirley Jackson o Flannery O’Connor, siempre tienen prioridad otras filiaciones: “gótica” o “sureña”, y “feminista” en los casos de Jane Campion, Chantal Akerman o Leslie Thornton. Posiblemente todo esto se debe al sexismo recalcitrante de André Breton, Luis Buñuel, Salvador Dalí y otros talentosos ideólogos macho-latinos. Sea como fuere, mientras que David Lynch y Raúl Ruiz son considerados automáticamente miembros honorarios del club, a Sara Driver se la suele privar de cualquier tradición, excepto quizá la de “rara” e “independiente”.
Debo admitir, no obstante, que ella dificulta las cosas -y las dificulta en el mejor sentido- por ser tan contradictoria, aunque sólo haya realizado tres largometrajes narrativos hasta la fecha [You Are Not I (1982), Sleepwalk (1986) y When Pigs Fly (1993)]. Mientras nos resulta cómodo hablar de los “mundos” surrealistas de un Buñuel, un Lynch, e incluso de una Akerman (al menos dentro del surrealismo belga), los tres films de Driver, aunque podamos calificarlos fácilmente de surrealistas o de “driverescos”, transcurren claramente en tres mundos por completo diferentes. Esto no quiere decir que no haya muchas conexiones estilísticas, temáticas y temperamentales entre ellos (…). Pensemos en las densas e hiperactivas bandas de sonido de los tres films, el entorno humilde, los ritmos como de trance, la relación estratificada del pasado remoto con el presente (…), los retratos de niños solitarios y de prepotentes traficantes de poder, la soñadora pasividad de protagonistas desventurados, la enorme atención otorgada a sus sueños, y los diversos tipos de irrupciones caóticas que acontecen en medio de sus rutinas compulsivas, que en los tres films conducen al principal desarrollo de la trama.
(Extracto de El perro soñado de Sara Driver, de Jonathan Rosenbaum)