"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
Hay actores que son iconos aunque no lo quieran. Figuras míticas que concentran los deseos, las frustraciones, las esperanzas y los fracasos de una generación que se reconoce en ellos, que crece con ellos. Dennis Hopper es uno de ellos. Para muchos su figura está unida a una moto que recorre América a toda velocidad en busca de un destino, para otros es la imagen delirante de un fotógrafo del pánico y el horror en las selvas apocalípticas de Vietnam, hay quien le recuerda como el tentador amigo americano, o como el padre borracho y entrañable de dos chicos que también iban en moto, sin olvidarnos del asmático y malvado personaje que se rodeaba de terciopelo azul. No estamos hablando en clave, son referencias claras a algunos de los títulos que han hecho de Hopper algo más grande que un actor o un director de cine.
Dennis Hopper nació el 17 de mayo de 1936 en las praderas de Dodge City en Kansas. Si hemos de creer sus propias palabras no vio una montaña hasta los 13 años y cuando descubrió el océano le pareció ver el limpio horizonte de los campos de trigo de su Kansas natal teñido de azul. La imagen fue siempre su obsesión. Empezó a hacer fotos a los 18 años, al mismo tiempo que hacía sus primeros papeles en series de televisión y en el cine. Inició una prometedora carrera de actor juvenil al lado de James Dean, Nathalie Wood y Sal Mineo en Rebel Without a Cause (Rebelde sin causa), o como el hijo díscolo de Elizabeth Taylor y Rock Hudson en Giant (Gigante). Pero a los 22 años abandonó Hollywood y se instaló en Nueva York para estudiar en el prestigioso Actor's Studio.
Los años 60 fueron los de la guerra de Vietnam, las drogas, la liberación en todos los sentidos. Hopper no sólo vivió a tope estos momentos, sino que se convirtió en portaestandarte del movimiento hippie en su vertiente más radical gracias a un film mítico rodado en las carreteras norteamericanas. Tenía 31 años cuando se montó en la moto de Easy Rider (En busca de mi destino) y su vida se aceleró en todos los sentidos. Pero Hopper es un hombre inteligente y supo darse cuenta de que la huida hacia delante no llevaba más que a la desesperación. A finales de los años 80, cuando cumplió 50 años, recondujo su vida de una forma radical. El resultado ha sido una espléndida carrera como actor, una filmografía como director cada vez más sólida y una vida que le ha convertido en una figura de referencia.